Poder y dinero

Callejuelas sucias, gente temerosa
Coches de caballo, y mujeres hermosas,
La chusma en la sombra, ocupa la plaza,
Mirando al cadalso, que espera seguro,
Que rueden cabezas, a los pies del verdugo.

Sin poder expresar, su propia opinión
Y demostrar lo que sienten, por la religión,
Por hereje muchos, fueron condenados,
Según la opinión, de quienes juzgaron.

El hambre y el miedo, la propia miseria,
Almas que se venden, por unas monedas,
La iglesia incumplía, todos los preceptos,
Pues solo atendía, poder, y dinero,
Bajo una apariencia, misericordiosa,
Construía mazmorras, y llenaba sus bolsas.

Tumultos de pobres, en las negras celdas,
Sometidos al hambre, dolor y deshonra,
Llenan de sollozos, las negras mazmorras,
Grandes artilugios, para la tortura,
Al amparo de la iglesia, las monjas y curas,

Pero quiso díos, abrirnos los ojos,
Mostrar al desnudo, a unos y a otros,
Poco a poco el clero, fue perdiendo fuerzas,
Y nadie ya te obliga, que pienses, ni creas,
Sin estar mal visto, ni ser castigado,
Y departir con todos, sin miedo al cadalso.

Ana Olmo