Igual que el desierto que no tiene vida,
Mi cuerpo se seca en la arena caliente,
El sol va secando, la sangre en mis venas,
Y en mis ojos glaucos, la vista se pierde.
Fui débil juguete de una vida caprichosa,
Que fue destrozando sin piedad mis sentimientos,
Dejaste de querer sin empezar a amar,
Y yo pobre ilusa te amo sin remedio.
Pensamientos extraños ocupan mi mente,
Y entrego en bandeja, un amor de asilo,
Que no es arrogante y tampoco lucido,
Y es su juventud mi peor enemigo.
Me acaricio el cuerpo y suena a mis oídos,
Flecos de hojalata que arañan mi alma,
Me miro al espejo y me pierdo dentro,
Con los sentimientos que tanto me dañan.
Penetró en mi vida como un rayo de luz,
Rescatando el corazón de las tinieblas,
Un castillo de sueños construí,
Y sin darme cuenta me olvidé de las almenas.
Mi amor a manos llenas yo entregué,
Haciendo de mi vida una quimera,
Cuando creí gozar su amor al fin,
Se escurrió de entre mis dedos como arena.
Ana Olmo
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