Ori

En las calles negras, de un país de muerte
Van recogiendo los cuerpos, las lentas carretas
Infectas y negras, de la negra peste.

En la negra noche, cuando todos duermen
Y en los adoquines, chirrían las ruedas
Putrefactos los cuerpos, son amontonados
Mientras que en las sombras, se agotan las fuerzas.

Los niños pasean su mirada triste
Descalzos y hambrientos, siguen la carreta
Lo mismo que el perro, que sigue a su amo
Velando a quien yace, en la tierra negra.

De sus ojos tristes, se escapan dos lágrimas
Que son como escoria, que sueltan sus penas
Mientras, los virreyes pasean sus hebillas
Penachos dorados, con bordones verdes.

En los gélidos paramos, de los sueños rotos
Se olvidan las almas, que enterró la peste
En la soledad, de las calles frías
Decenas de niños, hijos de la suerte.

Huérfanos de nadie, patrullan las calles
Desafían ha gritos a la noche inerte
De dos manotazos se secan las lágrimas
Y juegan al ORI, burlando a la muerte.

Ana Olmo