Mientras el día va transcurriendo lentamente,
Y me abrazo a la añoranza perezosa,
Una brisa suave sopla en mis mejillas arrobadas,
Añorando de unos besos la pasión, entre las sombras.
Sombras de nostalgia, que se agrandan en mi mente,
Y al transcurrir del día se aletarga en el ocaso,
Pero es en la noche negra cuando muere mi porfía,
Ardiendo en los deseos, recordando tus abrazos.
Cierro los ojos y todo se ilumina en mi habitáculo,
Un cálido resplandor de mi cuerpo escapa,
Buscando en la penumbra somnolienta y fría,
La senda florecida que me devuelva la esperanza.
Si con el pensamiento pudiéramos dar vida a los deseos,
Con la imaginación que tengo te aseguro,
Que soldaría a fuego vivo, mis brazos a tu cuello,
Fundiendo como lava tu cuerpo con el mío.
Pero la vida ya marcó nuestros caminos,
Asignando a cada cual su territorio humano,
Y dejó un cruce paralelo con tu sino y el mío,
Que podemos transgredir, si nos amamos.
Ana Olmo
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