Cuan apacible y bello me resulta,
Contemplar una tarde de tormenta,
Cuando se rompe el cielo, con sus rayos vengadores,
Y todos mis sentidos, permanecen alerta.
Siento gemir el viento entre las ramas,
Escucho deslizarse el agua, cuando empapa la tierra,
Y ese aroma tan dulce, de la tierra mojada,
A heno recién cortado y a hierba fresca.
Mis fosas nasales alimentan mis sentidos,
Mi corazón se expande, y mi alma se serena,
Y desde mi ventana contemplo, el horizonte,
Que pidiendo disculpas, va cerrando las puertas.
Se me pasan las horas, mirando por la ventana,
Como si de un imán, se tratara la tierra,
Gotas insistentes, golpean los cristales,
Devolviendo, la realidad a mi conciencia.
Ana Olmo
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