Maltratadores

La golpeaba fuerte, dominado por la furia,
Sus puños laceraban, su rostro de muñeca,
De su labio inferior, manaba la sangre, roja,
Y de sus ojos morados, surgía la tristeza.

Miraba hacia el hombre, que eligió por compañero,
A quien tanto amó, y entregó su cuerpo,
Y no comprendía, por qué le pegaba, y luego decía,
Que la deseaba, la quería tanto… tanto la quería…
Que sí lo dejaba, el se moriría.

Un día que estaba durmiendo la siesta,
Vino por detrás, cogió un martillo y le abrió la cabeza,
Con saña le daba, una y otra vez,
Y estaba tan ciego, que no oía el llanto,
Del niño pequeño, que decía…, no le pegues tanto.

Deja a mi mamá…, déjala a mi lado.
Mira cuanta sangre, ¿por qué la as matado?,
Con mirada turbia, contemplo a su hijo,
Enfermo de celos, se sentó a su lado,
Y se pego un tiro.

Cuando acabará tanta violencia de género,
Qué se creen los hombres, de nuestros derechos,
No somos animales, ni ellos nuestros dueños,
Ojala las leyes cambien algún día,
Y castiguen a las bestias, que nos asesinan.

Ana Olmo