Cierra la puerta que no entre frío
Cuando soplen los vientos de febrero
Y abre el postillón de la ventana
Para que entre la luz, mortecina del invierno.
Recoge nuestros hijos de los campos
Y apártalos de los rigores del invierno
Mañana terminaré la labranza,
Ahora nos amaremos junto al fuego,
Crepitante, ardiente, y ostentoso
Tu vientre me servirá de almohada
Y yo besaré con dulzura la piel suave de mi amada.
Fuera brilla la nieve en la rama de los pinos
Y un vaho espeso cubre el cristal de mi ventana
Mi pensamiento vuela y yo me digo,
Aquí tengo cuanto necesito, mis hijos, mi hogar,
Y el vientre de mi amada, que es mi lugar de cobijo.
Ana Olmo
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